Este peculiar vaso
de vidrio basto prensado con un peso de entre 650 y 750 gramos, está realizado
en vidrio prensado con trabajo al puntil. Su fabricación prácticamente
artesanal hace que cada vaso sea único y puedan presentar diferencias o
pequeñas imperfecciones. La característica más reseñable del producto era el
grosor del cristal que aumentaba su peso y limitaba la medida del mismo. Se desconoce
la antigüedad de su diseño que se asemeja a modelos del siglo S XIX localizados
en los catálogos de vidrieras españolas. Es remota la probabilidad que se trate
de un producto vasco, pero no cabe duda, a la vista de su nombre “Vaso de
Bilbao”, como figura en los catálogos de 1898 de la empresa “Cifuentes y Pola”,
que el éxito y demanda del mismo se centraron en el área de Bilbao. Por otro
lado, La Unión Vidriera Española, S.A., empresa que aglutina desde 1908 a las
principales vidrieras del país, recoge en sus catálogos de 1945 diferentes
variantes de este mismo modelo conocido como “Vaso Txikito”. Testimonios orales
describen a este vaso como propio y exclusivo de las tabernas de Bilbao, usado
para servir una medida pequeña de vino tinto o txikito. Comenzó a desaparecer
en la década de los sesenta. Sin embargo, se siguió produciendo en la vidriera
“San Miguel Cristalería” de Barcelona.
La tradición del
txikiteo, cuya popularización se ubica a finales del siglo XIX, trajo consigo
la instauración de un vaso apropiado para acompañar un ritual en el que por
encima del trago de vino primaba el hecho de compartir vivencias y cantar entre
amigos.
Aquellas rondas del
vino trasladado directamente desde el almacén de la Alhóndiga hasta las
tabernas fueron haciéndose costumbre a la vez que el vaso, que fue definido
como macizo, de vidrio vasto y grueso, culo gordo y un cuarto de cuartillo de
capacidad. Pese a esos más de 600 gramos de peso —una ventaja para mantener el
pulso, según algunos— y ese traguito de apenas
12 centilitros, los txikiteros destacaban que conservaba bien la
temperatura del vino y que su embocadura era especial debido al grosor del
borde. Con el tiempo, el original recipiente fue haciéndose un emblema de
Bilbao y también repartiéndose por Euskadi