jueves, 23 de febrero de 2023

LA SOJA


INTRODUCCIÓN A LA SOJA

Cuenta la tradición que la soja fue descubierta por el emperador chino Sheng-Nung hace más de tres milenios. Éste no sólo disponía de grandes campos de cultivo sembrados con la leguminosa, sino que se dedicaba activamente a estudiar y describir sus propiedades alimenticias y medicinales, las cuales plasmó en el libro Materia Médica, del que se le considera autor.

La soja (Clycine max) es una leguminosa, no un cereal, que tiene su origen en las regiones centrales de China, donde se inició su cultivo hace unos seis mil años y desde donde se extendió al resto de Asia. Según la leyenda, el emperador Yan decretó en el año 2853 a.C. que era una de las cinco plantas sagradas, con el arroz, el trigo, el centeno y el mijo. Actualmente sigue siendo un alimento importante en China, Japón y Corea. Durante mucho tiempo ha sido una especie de santo grial reservado para las personas que siguen dietas vegetarianas o veganas, y aunque aún hoy día su uso no se encuentra excesivamente extendido, cada vez más personas la incluyen en su dieta.  Su forma es parecida a las semillas de las lentejas y de la rama de los guisantes, habas o judías. Crece dentro de una vaina, donde se forman los granos que son los que sirven para elaborar distintos productos.

La soja ha pasado a erigirse en un alimento de prestigio. Los brotes y la leche de soja se encuentran hoy en todos los supermercados y las grandes marcas presentan continuamente productos que la incluyen, cada vez más los productos elaborados que se comercializan a partir de la soja, como por ejemplo leche de soja, soja texturizada, heura y otros muchos entre los que destacan el aceite de soja. En Asia, se ha consumido siempre la soja entera, en forma de grano, y productos obtenidos de ella de manera artesanal, como el tofu y los fermentados tempeh, natto y miso. En cambio, en Norteamérica y Europa se toman la leche, los texturizados y concentrados de proteínas, los cuales sí que pueden llevar asociadas algunas contraindicaciones.

Su alto contenido en ácidos grasos esenciales (omega 3 y omega 6) y su bajo contenido en grasas saturadas, hacen de la soja un producto muy recomendable a nivel de salud. Además, posee una gran cantidad de micronutrientes:

Vitaminas B y E
Minerales: calcio, hierro, zinc, potasio y fósforo.

Además, otros beneficios de la soja son:

Contiene la famosa “lecitina de soja” la cual posee propiedades emulsionantes que actúan sobre el cerebro.

Es un alimento rico en fibra y en hidratos de carbono con bajo índice glucémico, razón por la cual es muy recomendable para prevenir la diabetes.

Y como colofón, no es un alimento excesivamente calórico (en unos 100 gramos de soja natural podemos encontrar unas 127 Kcal), lo cual hacer de la soja un producto ideal para ser integrado en una dieta para perder peso.

Todo indica que tal como se consume en Asia desde hace miles de años es un alimento sano que contribuye a prevenir enfermedades como el cáncer, debido a la actividad de isoflavonas como la genisteína y la diadzeína, la obesidad, la diabetes y los trastornos cardiovasculares, y así lo muestran los estudios epidemiológicos.

Estos compuestos, químicamente similares a las hormonas femeninas, previenen algunos tipos de cáncer de varias maneras y se hallan en una cantidad de unos 300 mg por cada 100 gramos.

Por un lado, las isoflavonas de la soja aumentan la actividad de la proteína p53, que inhibe o incluso mata las células cancerígenas. También bloquean unas proteínas, las quinasas, lo que enlentece la formación de tumores, y aumentan la actividad de enzimas corporales antioxidantes como la superóxido dismutasa.

Finalmente, actúan como hormonas femeninas "débiles" que impiden el acceso a los receptores celulares de los estrógenos "fuertes" secretados por la mujer, que en determinadas circunstancias pueden estar en el origen de los cánceres de mama y útero.

Sin embargo, algunos autores sugieren que el efecto hormonal representa un riesgo en personas predispuestas genéticamente o que han sufrido la enfermedad. Por tanto, unos expertos dicen que las isoflavonas previenen el cáncer y otros que lo pueden favorecer.

La soja es capaz de aminorar o eliminar los síntomas de la menopausia. La principal prueba de estas propiedades es su incidencia menor en las mujeres asiáticas.

Sin embargo, algunos estudios no confirman el efecto en mujeres occidentales que toman soja. Al parecer, la causa de la diferencia es que entre las mujeres orientales predomina un determinado tipo de flora intestinal que puede convertir las isoflavonas en metabolitos activos. Esta flora también es más frecuente entre los vegetarianos, ya que se ve favorecida por una dieta rica en frutas y verduras.

Se ha descubierto que ciertos péptidos (moléculas compuestas por unos pocos aminoácidos) peculiares de la soja pueden inhibir la formación de tejido adiposo. Además tienen efectos antioxidantes, anti cancerígenos, antiinflamatorios, bajan el colesterol y el azúcar en la sangre, y estimulan las defensas.

Todos estos efectos se suman a los de las isoflavonas en el mismo sentido, pues también ayudan a controlar el colesterol y a distribuir adecuadamente la grasa corporal, dirigiéndola a caderas y senos, en lugar de al abdomen, donde resulta más peligrosa.

EL CULTIVO DE LA SOJA

La soja pertenece a la familia de las leguminosas, como la judía y el guisante y tantas especies vegetales de interés económico. Se forman dentro de las vainas o legumbres, que es el fruto típico de esta familia de plantas. Se trata de una planta anual que se cultiva durante la estación cálida. La semilla de soja se recolecta cuando la vaina amarillea. Cada vaina puede contener entre una y cuatro habas de pequeño tamaño y diferentes colores según variedades: amarillas, marrones, verdes, negras o moteadas. La más frecuente es amarilla y también la más apreciada, ya que es la que normalmente se utiliza para obtener de ella el aceite.

Su adaptación a climas diversos y las pocas enfermedades que le atacan son dos de sus características que la convierten en una forma de cultivo muy rentable, aunque su mayor enemigo es la sequía. El factor principal en su desarrollo en los países orientales fue la escasez de proteínas de alta calidad para la alimentación. Para sus pobladores, la soja ha sido siempre un vegetal sagrado, literalmente un regalo de los dioses, que, al igual que los mejicanos con el maíz, aprendieron a preparar de muchas formas distintas.

El cultivo del frijol de soja se centraba fundamentalmente en el noroeste de China. Según la tradición fueron los monjes budistas quienes la introdujeron en el Japón en el siglo VII de nuestra era, donde muy pronto se convirtió en un cultivo popular. El comercio marino la popularizó en Oriente llevándola como un precioso cargamento entre sus mercaderías en sus viajes.

La primera referencia Europea que se tiene de la soja se remonta al siglo XVII. Son entonces los misioneros los que introducen las primeras habas de soja para su cultivo, sin gran éxito al parecer. También los marinos holandeses y portugueses la traen como novedad.

A principios del siglo XIX se empezó a cultivar en Estados Unidos. Sin embargo, en Europa y en Norteamérica, la soja no se empleó en la alimentación humana hasta bien entrado el siglo XX. La primera cosecha comercial de soja se plantó en 1929 para suministrar semillas para hacer salsa de soja. Desde esos inicios tempranos e insignificantes, la importancia de la soja ha sido bastante espectacular. En la actualidad la soja es una fuente esencial y dominante de proteínas y aceites con una multitud de usos tanto en alimentos para personas como en piensos animales. También existen numerosas aplicaciones industriales para los diferentes componentes de esta importante y versátil semilla.

Actualmente se cultiva en gran cantidad en toda Asia, EE.UU. y Oeste de África. En Europa, se cultiva por vía de ensayo, con éxito. E.E.U.U. produce la mitad de toda la producción mundial, pero a pesar de ello, el consumo de soja es todavía muy bajo en los países de Occidente. En las últimas décadas los investigadores están descubriendo cada vez mayor número de propiedades curativas en este alimento. Esto ha hecho que ahora empiece a ser más apreciada por la población occidental, aunque con tres mil años de retraso respecto a la población oriental.

VALOR NUTRITIVO

La soja posee un elevado valor nutritivo, si bien, varía según se presente como germen de soja, grano crudo o en aceite de soja, por ejemplo. El grano de soja crudo aporta por cada cien gramos un 36 por ciento de proteínas vegetales y 416 calorías.

Cumple y se equipara al valor proteico de la carne, los huevos o el pescado, con la ventaja de ser una proteína vegetal. Esta es una de las principales y más importantes condiciones de la soja, pues es fuente de grasas de origen vegetal, no animal, muy útiles para diversas afecciones. Las grasas son insaturadas y convierten a la soja en un alimento cardio saludable.

Además, la soja contiene vitamina B (tianina, riboflavina y niacina), vitamina A, E y F y es rica en minerales (fósforo, calcio, cobre, magnesio y hierro). Sus niveles de lecitina (necesaria para las células vivas) son importantes, permite asimilar las vitaminas, aumenta el colesterol HDL (colesterol bueno) y reduce el colesterol LDL (colesterol malo), al tiempo que reduce los triglicéridos.

PROTEÍNA DE SOJA

Una de las razones que contribuye a que la soja sea un alimento en creciente difusión, es su alto contenido en proteínas. La calidad biológica de las proteínas es mayor cuando la proporción en que se hallan los ocho aminoácidos esenciales favorece su asimilación. La clara de huevo y la proteína de leche poseen la máxima calidad biológica, que se expresa con una tasa de 1. La calidad biológica de las habas de soja es de 0,91, casi igual a la de la ternera (0,92). Otras legumbres tienen una calidad menor, como los garbanzos, con un 0,78.

La soja no es solo la legumbre más rica en proteínas (37% de su peso en seco) sino que estas son también las que presentan la proporción de aminoácidos más equilibrada, con un coeficiente de asimilación muy similar al de las proteínas de la carne y la ventaja de que no se acompañan de las grasas saturadas y el colesterol de esta.

Se estima que por 100 gramos de soja tenemos unos 37 gramos de proteína. Si nos fijamos, el contenido proteico de la soja supera notoriamente al de la mayoría de carnes y pescados.

Es por eso que constituye un recurso muy útil en aquellas dietas hiperprotéicas y también en la dieta vegana, donde a veces el consumo de proteína se puede encontrar mermado.

A diferencia de otros alimentos ricos en proteína vegetal, la soja es considerada de alta calidad ya que su proteína contiene los 9 aminoácidos esenciales. Será un alimento casi obligado en cualquier dieta vegana, asegurándonos mediante su consumo la complementariedad proteica.

Sin embargo, es importante tener en cuenta que estas condiciones se cumplen cuando la consumimos de forma natural, ya sea en forma de haba o en productos como el tofu, el miso o el tempeh. Cuando acudimos a productos elaborados que en su etiquetado rezan estar vinculados con la soja, no debemos olvidar que el valor nutricional de estos suele ser pobre y suelen ir cargados de azúcares añadidos y otras medidas ultra procesadas.

VITAMINAS Y MINERALES

En la soja destacan el ácido fólico (100 g de habas cocidas proporcionan el 27% del que el organismo requiere al día) y las vitaminas B1 y B2 (el 15% y 18%, respectivamente).

En cuanto a los minerales, una ración de 100 g de habas cocidas cubre el 30% de las necesidades diarias de hierro, fósforo y magnesio, así como el 13% de las de calcio. Además aporta abundante manganeso y cobre. 

FIBRA Y ENERGÍA SANA

La riqueza en fibras solubles e insolubles ayuda a regular el ritmo intestinal. Además alimenta la microbiota beneficiosa y enlentece la absorción de los carbohidratos (100 g de habas cocidas aportan 173 calorías), lo que la hace indicada en la diabetes y en dietas de adelgazamiento.

La soja contiene lecitina y fitoesteroles (la versión vegetal y beneficiosa del colesterol animal), lo que ayuda a regular el colesterol LDL y la tensión arterial y beneficia al hígado.

PATOLOGÍAS QUE PUEDE PREVENIR

En la actualidad existen datos y estudios muy controvertidos sobre los beneficios de la soja. Hay que incidir en el hecho de que la mayoría de estos estudios emplean extractos de soja como fármaco y no la soja como alimento o bien se trata de estudios epidemiológicos (que buscan la relación existente entre ciertos hábitos de vida y el desarrollo de una enfermedad).
Menopausia: Cuando la mujer llega a la menopausia, deja de segregar hormonas femeninas y eso produce un desajuste en su organismo. Los sofocos y la sudoración son síntomas habituales en las mujeres en edad climatérica.

Se ha comprobado que la soja produce una mejoría de los mismos gracias a su contenido en isoflavonas, que simulan la acción de los estrógenos naturales. Si bien, los beneficios siempre son menores que los observados con terapéutica hormonal sustitutiva clásica. Hay que recordar que cerca de tres millones de españolas, el 80% del total, padecen trastornos asociados a la menopausia.

Colesterol, cardiopatías y obesidad: Algunos datos epidemiológicos concluyen que la ingesta de soja se asocia a un descenso en los niveles de colesterol plasmático, colesterol LDL y triglicéridos. Esto se debe a que los fitoesteroles vegetales inhiben la absorción de colesterol.
La soja, gracias a su contenido en grasas poli-insaturadas, establece un beneficio importante en la protección del sistema cardiovascular, baja la tasa de colesterol en sangre y disminuye el riesgo de ataque al corazón. Al mismo tiempo, regula el peso, al estar compuesto de glúcidos complejos que dan energía y son ricos en proteínas.

Cáncer: Existen estudios que relacionan el consumo de soja con un riesgo menor de desarrollar cáncer de mama, si bien esta afirmación siembra más de una polémica. Las isoflavonas son sustancias bioactivas que reducen la actividad de los estrógenos sobre las células mamarias, que son las que pueden provocar el cáncer.

El consumo de derivados de la soja, y por tanto de isoflavonas, se relaciona entonces con la reducción de la incidencia de tumores de mama, colon y próstata, aunque estas conclusiones derivadas de estudios realizados en Estados Unidos necesitan más pruebas para ser definitivas en la comunidad médica.

Osteoporosis y tránsito intestinal: Más estudios establecen y apuntan beneficios de la soja para otras patologías. Así, aparecen conclusiones que indican que la ingesta de fitoestrógenos isoflavonoides protege de la osteoporosis y que la soja, gracias a las fibras vegetales, ayuda en la digestión y favorece el tránsito intestinal.

Es beneficiosa para la piel y tiene propiedades hidratantes, regeneradoras y anti-edad muy interesantes. Tiene propiedades antioxidantes y rejuvenecedoras que aportan luminosidad para la piel y evita la aparición de manchas.

LA SOJA EN EL MERCADO

Los productos a base de soja son cada vez más numerosos. Lo primero, saber que la soja seleccionada para el consumo humano debe conservarse bajo determinadas condiciones que no alteren su calidad, ya que una temperatura excesiva, por ejemplo, disminuye la cantidad de proteína. La calidad de la proteína también se ve afectada con el envejecimiento del grano, por lo tanto, se deben descartar las semillas envejecidas y escoger siempre la variedad de soja apropiada para cada producto.


Existen distintos derivados que ofrecen excelentes resultados. La soja se puede encontrar en el mercado en diferentes presentaciones:

Semillas: de apariencia similar a las lentejas, se consumen cocidas, tras 8 horas en remojo. Su contenido en fibra es alto en comparación con otras formas de presentación de la legumbre.

Aceite: Se extrae de semillas seleccionadas y constituye un alimento rico en ácidos poli insaturados, además de una fuente de vitaminas A, D, E y K. Buena fuente de grasas poli insaturadas, en especial de ácido linoleico. Se puede utilizar para frituras o para consumirlo crudo como aliño.

Leche: es un líquido cremoso, con un sabor que recuerda al de las nueces. Aporta calcio, hierro y vitamina B12. A diferencia de la leche de origen animal, no contiene lactosa, ni proteínas lácteas ni grasas saturadas, por lo que se recomienda para las personas con intolerancia a la lactosa o alergia a la proteína de la leche de vaca. La mayoría de las que se comercializan suelen estar aromatizadas con vainilla, chocolate, almendra, etc., así como enriquecidas con calcio y vitaminas.

Yogures de soja: Se pueden adquirir numerosos yogures de distintos sabores elaborados con soja. No tienen colesterol, aportan proteínas vegetales y, al carecer de lactosa, los pueden tomar también las personas con intolerancia a esta sustancia.

Otras bebidas con soja: En el mercado también están disponibles zumos de frutas con soja, y bebida de soja natural, que está compuesta únicamente de soja y agua y, por su baja cantidad de azúcares, puede resultar apta para diabéticos. Frecuentemente, la bebida de soja se enriquece con calcio, vitaminas y minerales, fibra y antioxidantes.

Harina: muy rica en proteínas, se obtiene tras el tostado y molido de las semillas de soja. Casi no contiene almidón y se utiliza en panadería y pastelería, y en la fabricación de productos dietéticos. También se puede utilizar para preparar salsas y en rebozados. Es muy rica en proteínas.

Brotes: Contiene proteínas, hidratos de carbono y fibra aunque en menor cantidad que las semillas. Tiene vitaminas A, C, B6 y ácido fólico. Son las semillas de soja germinadas Pueden consumirse crudos, en ensaladas, tortillas, empanadas etc.


Yuba: Es la "nata" de la leche de soja. Se usa en cocina vegetariana y ​vegana​ para elaborar sucedáneos de productos animales. Se presenta deshidratada

Tofu o cuajado de soja: Su aspecto es similar al queso fresco. Es rico en proteínas y pobre en grasa. No tiene sabor propio, por lo que se puede utilizar en numerosos platos; conviene mezclarlo con otros alimentos; se puede añadir a las ensaladas, verduras y pastas, cocinar rebozado y frito, agregar a las salsas una vez batido.


Tempeh: Similar al tofu, aunque con distinto proceso de elaboración

Tamari o salsa de soja: Es rica en sodio y contiene gran cantidad de ácido glutámico que le da sabor umami (quinto sabor, aparte de los tradicionales dulce, salado, ácido y amargo). Se obtiene de la fermentación de los granos de soja. Es una salsa hecha con soja, agua y sal. Realza el sabor de los alimentos, y acompaña muy bien a las verduras, ensaladas, carnes, pescados... La salsa de soja es similar al tamari, pero también contiene trigo, por lo que no es apta para celíacos.






Soja texturizada: Con formatos distintos, gruesa, en tiras, en trozos o cortezas, oscura, fina, e trozos grandes, en filetes…

Heura: Preparado a base de soja similar a la carne blanca 

Edame: Se trata de las vainas de soja que todavía no están maduras, suelen cocinarse al vapor hervidas con agua y sal y consumidas como aperitivo o junto a otros platos.

Lecitina de soja: Entre sus numerosas propiedades destaca su capacidad para regular los niveles de colesterol en sangre y su papel en el metabolismo de las grasas, por lo que es un suplemento dietético ideal para aquellas personas que padezcan hipercolesterolemia, y también ayuda a prevenir la acumulación de grasa en el hígado (esteatosis hepática).

LA SOJA EN LA COCINA

Algunas personas ponen en remojo las semillas y las comen hervidas como si fuesen lentejas o garbanzos. Pero el uso más común de la soja, en especial en los países de Oriente, es en forma de harina con la que preparan salsas de toda clase y alimentos de horno como panecillos, bizcochos y pequeñas pastas dulces. Además, las proteínas de soja en polvo se incluyen en los embutidos y en la charcutería en general para enriquecer su aporte calórico, siendo el salchichón de soja el producto de mayor consumo en este terreno.

En la cocina china es habitual consumir germen de soja del que existen dos categorías comestibles: amarilla y blanca. Si es fresco, debe ser lavado muy cuidadosamente. Si es de conserva en lata ha de ser puesto en remojo antes de consumirlo. Asimismo, en China se consume la famosa salsa de soja en sus variantes "Dan jiang you" y "Nong jiang you". Se obtienen de la maceración y fermentación de granos de soja con cebada. La primera es de un color bastante claro y un sabor muy delicado. La segunda es más espesa y oscura y contiene mucha melaza. Las salsas de soja occidentales son más concentradas y saladas.

Para aprovechar las cualidades de la soja se deberían consumir entre 2 y 8 raciones a la semana, tomando por raciones un vaso de leche de soja, 80 g de habas cocidas o 100 g de tofu.

Elegir soja ecológica es la única forma de asegurarse de que no sea transgénica. En Estados Unidos el 94% de la cosecha de soja lo es y en el mundo, el 78%.

Esta extraordinaria legumbre resulta muy útil en la cocina, sobre todo si se utilizan sus derivados, entre ellos el tofu, el tempeh, el miso o la soja texturizada.

Los granos de soja se pueden preparar como cualquier otra legumbre, en un guiso, un plato combinado con cereales o un potaje, pues son ideales para elaborar platos consistentes y a la antigua usanza, es decir, a fuego lento y sin prisas.

Para cocinar los granos secos de soja se necesita mucho tiempo, pues se han de dejar en remojo toda la noche y luego hervir unas tres horas. También se puede añadir un trozo de alga kombu, que ayuda a ablandarla y mejora el sabor.

Los granos verdes o sin madurar son otra forma de consumir soja entera. Se conocen como edame y se cocinan en unos minutos. Se encuentran frescos o congelados en los comercios de productos orientales, son ideales como entrante o aperitivo y tienen un sabor más suave.

RECOMENDACIÓN DE CONSUMO

En una dieta variada y equilibrada, la recomendación de consumo de legumbres es de 3 a 4 raciones por semana, de las cuales una podría ser la soja.

Las personas que deben modificar su dieta, ya sea porque no pueden tomar lácteos o porque necesitan disminuir la ingesta calórica, deberán seguir las recomendaciones de los especialistas sanitarios.

CONTRAINDICACIONES DE LA SOJA

Se ha dicho en muchas ocasiones, que algunas propiedades de la soja podrían vincularse con la infertilidad o con el cáncer de mamá. Estudios recientes, han sido tajantes en este sentido, negando por completo esta cuestión.

Sin embargo, sí parece ser cierto que el consumo de soja puede disminuir el poder de absorción de algunos medicamentos o suplementos nutricionales. No obstante, no se trata de abandonar su consumo por completo, bastaría con no hacer la ingesta del tratamiento y la soja de forma simultánea.

Como cualquier legumbre, la ingesta excesiva de soja produce distensión abdominal y flatulencia. En cuanto a la utilización de extractos de soja, como complemento, se debe seguir siempre el criterio medico. Así, hay que tener cuidado con una dieta que contenga exceso de soja.

Por ejemplo, si se trata de una dieta vegetariana estricta pueden aparecer deficiencias de algunos micronutrientes que habrá que vigilar, puesto que la absorción de hierro, calcio y otros minerales es inferior en los alimentos de origen vegetal (dieta vegetariana) respecto a los de origen animal.

Mientras, cuando se refiere a la conveniencia o no del consumo de leche de soja en bebés o niños, es conveniente sólo emplearla en niños cuando exista una alergia a las proteínas de la leche de vaca y siempre previa consulta con el pediatra. En los bebés no debe usarse leche de soja sino leches maternizadas o adaptadas a sus necesidades especificas como son las leches de inicio, de continuación o de crecimiento según la edad de niño.

Un último apunte: muchas personas que practican el veganismo deciden implementar la soja en su dieta como un alimento fundamental, ya que es un alimento que cuenta con los 9 aminoácidos esenciales. Sin embargo, los productos derivados de la soja no tienen porque cumplir este requisito.