1 Kg de mejillones
frescos
60 g de mostaza de
Dijon
100 g de cebolla tierna (1 pequeña)
2 dientes de ajo
1/2 limón
250 g de vino blanco
250 g de agua
5 g de jengibre
molido
3 g de comino en
grano
15 g de harina de
trigo
50 g de aceite de
oliva
Elaboración
Tradicional:
Limpiar bien los
mejillones; eliminar todo el viso y cualquier resto de conchas que tengan
pegadas. Retirar también los que estén muertos o rotos. Reservar. Picar la
cebolla en brunoise muy fino, el jengibre, moler o majar la mitad de los
cominos y picar los ajos también en brunoise o majar con los cominos. Otra opción
es meter todo en el vaso de la batidora y hacer una papilla. Cocinar la salsa
de mostaza; calentar el aceite en una cazuela y verter la papilla anterior.
Cocinar a fuego medio y remover de vez en cuando para que no se pegue. Agregar
la ralladura y el zumo de medio limón, mover y añadir la harina. Cocinar la
mezcla con cuidado de no quemarla, para que pierda el sabor a harina. Cuando haya
espesado, agregar el vino y mover con una varilla para que no se formen grumos.
Incorporar el agua y la mostaza, y dejar hervir unos minutos. Agregar los mejillones a la salsa; una vez que
la salsa ha hervido, añadir los mejillones y el resto del comino, y tapar la
olla para que se abran (4-5 min). Una vez abiertos, sacarlos y colocarlos en una fuente. Dejar reducir la
salsa hasta que espese un poco más. Una vez que se abran los mejillones, sacarlos
de inmediato; de lo contrario, se resecarán y la receta será un auténtico
fracaso. Cubrir los mejillones con la salsa y acompañarlos con patatas fritas.